viernes, 25 de marzo de 2011

RESUMEN EXCURSIÓN SOMALOMA

Empezamos el recorrido en Arroyal de Los Carabeos, junto a las vías del tren de La Robla y la Posada.

Durante el ascenso atravesamos rebollares entresacados y jóvenes de rebrote, por encima de los cuales se podían contemplar  las impresionantes vistas hacia el sur: de Valdeprado del Río, Valderredible, La Lora.
 En primer plano el hayedo de La Cotorra y la ermita de Los Remedios.

Diente de perro
Un numeroso bando de cormoranes movidos por la migración prenupcial atraviesa el valle del Polla en dirección oeste, para a la altura del río Ebro remontar curso arriba, en dirección el pantano del Ebro
Entre campos de diente rapados hasta la tierra por caballos losinos asilvestrados, atravesamos la moqueta verde totalmente tapizada de narcisos enanos (Narcissus odoratus). Estamos en la tierra de las alondras y buitres leonados.
 En las charcas cercanas y pilones, las ranas bermejas han dejado sus puestas, algunas de las cuales se encontraban ya en avanzado estado de desarrollo.

Repusimos fuerzas junto a la cabaña de Trifilo; pequeño refugio abierto con capacidad para unas tres personas, arreglado y curiosito, con fuego bajo, y abundante leña alrededor, procedentes de las talas de hayas de cepa.
Mientras unos sesteaban otros descubrieron el inmenso y laberíntico acebal que se extiende ladera abajo junto a la cabaña.
Dientes de perro e incipientes narcisos nos hacían presentir la primavera.
Los aún desnudos árboles y el misterioso silencio del bosque sólo interrumpido por el tempranero zorzal auguran que la incipiente vida está a punto de brotar.
 El último repecho antes de Somaloma (1284m) nos regala unas impresionantes vistas de Montesclaros, Los Riconchos y el pantano del Ebro.
Nos encaminamos a través de los hayedos del Monte Matanzas hacia Celada Marlantes, esta vez orientados por un enorme espantajo metálico en medio del horizonte.
Vimos y oímos el impacto industrial de estos enormes cacharros que alcanzan los últimos refugios vírgenes, que hasta ahora se habían librado de nuestra vorágine urbanizadora.
Una voz nos increpó recordándonos, que lo que hasta hace nada, había sido un monte público, ahora se ha convertido en privado y privativo de una multinacional eólica.
Descendimos por la enorme cicatriz  trazada en medio de uno de los escenarios mejor conservados de las guerras cántabras.
Impresionantes desmontes  y canalización del  arroyo Marlantes.

Y así llegamos al final de una jornada memorable en la que sentimos en nuestros propios  flujos sanguíneos  la bullente primavera, pero con el resabor amargo, de la amenaza que se cierne sobre estos impresionantes paisajes fronterizos.

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